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Sinopsis

  «Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal» (Hebreos 5:13-14) Tú has “crecido” o madurado espiritualmente cuando, mediante la práctica, has entrenado tus sentidos para discernir entre el bien y el mal. Cuando has practicado tanto vivir en el Espíritu como renovar tu mente por la Palabra de Dios, que hasta tu carne sigue habitualmente los caminos de Dios en lugar de los caminos del mundo. Deténte y piensa por un instante. ¿Hay algunas cosas que tu carne te instigaba a hacer antes de recibir a Jesús como el Señor de tu vida, que ahora ya no las quieres hacer? Para mí, sí las hay. Por ejemplo, solía fumar y sentía lástima por todos esos cristianos que no podían hacerlo. ¿Pero, sabes qué? Ahora que soy creyente, ya no tengo esa adicción al tabaco. Ni siquiera forma parte de mis pensamientos, y mu