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Sinopsis

  «Yo no actúo por medio de un ejército, ni por la fuerza, sino por medio de mi espíritu.» Lo ha dicho el Señor de los ejércitos» (Zacarías 4:6b) Recuerdo la primera vez que fui a una campaña de sanidad con el equipo de la cruzada de Oral Roberts. Yo era estudiante y miembro de la tripulación de vuelos. Tenía unos cuatro años de ser creyente, y sabía muy poco de las cosas de Dios, especialmente de esas campañas. Sin embargo, formaba parte del equipo y estaba deseoso de aprender. Seguí al equipo dentro del enorme auditorio. Estaba lleno de gente enferma. El lugar olía muy mal, lleno de enfermedad. El sólo caminar por allí me produjo escalofríos de temor. Di la vuelta y me dirigí a la puerta lateral tan rápido como pude. Susurrando, le dije al Señor: «Óyeme, yo no pertenezco aquí. Voy a tomar el autobús y me iré a casa ahora mismo. Ellos pueden llevar ese avión de regreso sin mí». Una vez afuera, empecé a hablar en voz alta. Entonces, de repente, me quedé rígido. No podía mover mis pies. Supe que era Dio