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Sinopsis

Cuando estudiaba mi maestría en relaciones públicas, a finales de la década de los 80, los comunicadores serios hacían algo llamado un “análisis de contenido”. Para esa época no existía la Internet. Los únicos medios escritos eran la prensa y las revistas. Por lo tanto, la única manera de conocer la cantidad de “tinta” que un medio le dedicaba a un tema en particular era mediante un “análisis de contenido”. El primer paso al hacer un análisis de contenido era contar físicamente la cantidad de caracteres dedicados a cada tema. Eso se hacía contando los caracteres y los espacios de una columna y multiplicando por la cantidad de líneas y de columnas. Claro, la cosa era un poco más complicada porque luego había que leer cada texto para conocer lo que se discutía, la tónica y la opinión favorable o desfavorable que expresaba cada redactor. A eso le sumábamos la cobertura mediática que alcanzara el tema en radio y televisión. De ahí pasábamos a la redacción de un informe que agregaba todos los medios que hubieran t