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Sinopsis

El hombre propone y Dios Dispone, así reza el refrán popular. Pero hay ocasiones en las que la realidad nos da en la cara; la realidad de que nuestras acciones tienen consecuencias; la realidad de que el ambiente ya no resiste más. Es en esos momentos en los que las advertencias ambientales se convierten en realidad climática. Las noticias de los destrozos del huracán Fiona ya le han dado la vuelta al mundo. Así que volverlos a mencionar sería “llover sobre mojado”, perdonando la frase. Pero, lo que sí podemos hacer es revisar la historia para ver hasta qué punto las cosas que nos están sucediendo como País son consecuencia de nuestra propia terquedad e incompetencia. Decir que los daños de Fiona fueron graves se queda corto. Ha sido una catástrofe sin precedentes. Para que tengas una idea, en la ciudad de Ponce, nada más, han caído sobre 30 pulgadas de agua. ¡Eso es casi una yarda de agua! Y, según los expertos, todavía queda agua por caer. ¿Se podía prever esto? Probablemente sí. ¿Se podía evitar? Probablem